Desde el mayor desorden hasta el orden perfecto

Nuestro mundo es una sutil mezcla de orden y desorden.

Cuando un sistema tiende al desorden total aparecen fenómenos notables, y a veces peligrosos. Así es como se forman los huracanes, por ejemplo.

En cambio, cuando intentamos obtener un sistema en perfecto orden, es decir, sin ningún desorden, nos encontramos con una imposibilidad. Estos casos se citan con suficiente precisión en los escritos.

En respuesta al deseo del Papa Francisco de que «la ciencia y la religión que proponen enfoques diferentes de la realidad puedan entrar en un diálogo intenso y fructífero para ambas», fue informado por la carta adjunta de este excepcional caso límite en la frontera entre la física, la teología y la filosofía.

Por Michel Pluviose

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